domingo, 25 de junio de 2017

De la madurez



¿Qué es la madurez? ¿Qué requisitos son indispensables para "ser maduro"?

  • ¿Es necesario para contarse en la categoría olvidarse de los juegos y llevar una agenda con la vida cronometrada?
  • ¿Leer solo premios nobel, interesarse por la literatura seria, socialmente comprometida e ignorar historias plagadas de vampiros y hombres lobo?
  • ¿Conducirse con parquedad, formalidad y decoro, frunciendo el ceño ante quienes disfrutan de los momentos prescindiendo de la mirada ajena?
  • ¿Es pensar minuciosamente cada movimiento y encadenar todos los impulsos?
  • ¿Es recibirse de una carrera universitaria, casarse con la pareja de siempre, tener los 2,5 hijos que dios y la patria demandan?

Después de un extenso debate, de realizar un análisis casuístico profundo, de someter la hipótesis a un riguroso testeo científico, he arribado a la conclusión de que madurar es simplemente hacerse cargo.
¿De qué? De la propia vida, del pasado, del presente, de nuestras decisiones, de los errores, de lo que podemos cambiar y de lo que no también. Dejar de culpar a los demás por la situación que nos toca afrontar. Que tus viejos te pueden cagar la infancia es real, pero lo que vos hagas con la presencia o carencia de ellos es lo que te define como maduro. Cuando te das cuenta de que son personas, además de padres, que hicieron lo que pudieron con las herramientas que tenían y que tu vida hoy no depende de ellos... diste el primer paso.
Cuando dejás de mirar para el costado y te plantás y hacés e intentás resolver, te salga o no. Cuando sos independiente, pero sabés también pedir ayuda. Cuando pensás más allá de tu comodidad. Cuando no te medís con la vara de los otros, sino que te guías por tu moral. Cuando no juzgás, compartas o no. Cuando entendés que no te compraste la verdad. Cuando podés mirarte al espejo sin ponerte colorado, sin desviar la vista. Quizá esta última sea la más difícil.


lunes, 12 de junio de 2017

Me gustás



Me gustás,
mucho me gustás.
Me gustás tanto como para juntos hacer todo;
tanto como para juntos hacer nada.
Salir a bailar, pasear por la costa, comer por ahí,
quedarnos adentro, mirar una peli, cenar café con facturas.
Me gustás solo y con los tuyos.
Me gustás solo y con los míos.
Me gustás conmigo y sin mí.
Me gustás de tal manera que no necesito fingir, porque me siento libre.
Libre para decir, para hacer, para pensar, para disentir.
Para ser seria, para ser niña, para mostrarte mi versión de ser mujer.
Libre para ser yo.
Me gustás en las buenas.
Me gustás en las malas.
Me gustás en el texto y en el subtexto de nuestras conversaciones.
En lo que digo y en lo que no.
En lo que decís y en lo que no.
Me gustás tanto como para volverme cursi por un rato.
Y para reír hasta las lágrimas con el peor humor.
Me gustás tanto que imagino cómo hubiera sido conocerte antes de todo,
de los otros, de los hijos, de los cachetazos de la vida.
Pero yo sería otra; vos serías otro.
Y me gustás así.
Y yo me gusto así.
No voy a mentirte ni cargarte con la responsabilidad de decirte
"Sin vos me muero", que ambos sabemos es mentira.
Pero me gustás tanto que, si te parece, si te convence, si te va,
te propongo seguir gustándonos,
a pesar de la distancia,
a pesar de las adversidades.
Porque, de verdad,
me gustás.