El aburrimiento es lo peor que te puede suceder. Los quilombos se resuelven para bien o para mal; las deudas se pagan o esperan; las discusiones terminan amigablemente o para el orto; los malos días llegan a su fin... Sin embargo, el aburrimiento te destroza. Te lleva a pensar en cosas que habías superado, te ponés a revolver mierda vieja, o caés en patrones que creías vencidos.
Así, empezás a diseccionar tu vida, tus relaciones, todo... Y a lo que no le encontrabas mácula, le comenzás a notar raspones. Ves pequeñeces, detallecitos que no te convencen. Aunque hasta hace nada era maravilloso, ahora te molesta. ¿Habrás abierto los ojos o te estarás boicoteando?
Complejizás, renegás, implotás e intentás rearmarte. Agarrás una idea y le das dos millones de vueltas, del derecho, del revés. Revisás el pasado reciente y refrenás el impulso de mandarte alguna... Sabiendo que es para cagada, que en un rato se te pasa, ¿o no?
Aburrida sos como mono con navaja. Y tu mente, un hámster en su ruedita. De nuevo: aflojá, relajá, y hacete un curso de crochet!
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