lunes, 3 de octubre de 2016

¿Querías sentimientos?


Cuando se termina una relación larga, independientemente de las razones, hay una idea que empieza a volverse recurrente: ¿volverás a sentir alguna vez algo igual o parecido? ¿Existirá otra persona por la cual la piedra que llevás en medio del pecho lata? ¿O terminarás sola, rodeada de gatos mientras mirás series en Netflix y le entrás duro y parejo a una napolitana con ajo? Los detalles varían (a veces la pizza es una especial con jamón) pero todas/os sufrimos esos miedos, en mayor o menor medida. Entonces, te embarcás en la búsqueda de ESA persona que refute que: 
  • "Nadie te va a querer como yo" 
  • "Nunca me va a interesar otro/a"
  • "Son todos/as iguales"
  • "Ya se me pasó el tren, lpm" 
Así, empezás a surfear las distintas aplicaciones de citas, preparás perfiles, sacás selfies a lo pavote hasta encontrar en la pila de 250, cuatro en las que mantuviste los ojos abiertos, no parecés asesina serial y guardás cierto parecido con un ser humano. Mirás, seleccionás, charlás con algunos especímenes, hasta ubicar algo más o menos interesante. Idas y vueltas, citas, progresión, puf, desaparición. Tuya o ajena, la cuestión permanece: no hay clic, no surge esa atracción, ese "mmm, pero mirá vos!" que te hace detener y buscar conocer el interior más allá del exterior.

Hasta que sucede. Igual que con las llaves (las muy conchudas nunca están donde las dejaste), cuando menos lo esperás y en el lugar menos imaginado lo hallás. Una conversación pasa de lo público a lo privado, del chiste a lo filosófico, y terminás hablando con un desconocido como si fueran amigos de toda la vida. La virtualidad ayuda a tu natural timidez y el vínculo se forja a pesar de tus reticencias. Poco a poco vas cayendo, vas creando una rutina de mensajes, fotos, videos de la vida diaria, de experiencias compartidas... Y te das cuenta de que estás hasta las bolas.

Al fin, lograste lo que deseabas: confirmaste que te interesa otro, que no son todos iguales y que no se te pasó el tren (quedan un par de estaciones, che). PERO (siempre hay un pero muy hijueputa) en tu apuro por sentir otra vez, no te percataste de que el "interés" (por ahora llamémoslo así) trae a sus hermanitos: inseguridad, incertidumbre, paranoia y celos. Ahora, te acordás que esta etapa, con todas sus delicias y la adrenalina de la novedad, es la que más te hace sufrir. Quede asentado en actas que no tiene que ver con el otro, sino que la complicadita, la que empieza a darse manija sin asco y al pedo, la que tiene una imaginación súper activa (un plus en determinadas ocasiones y una bosta en otras) sos vos. ¿Querías sentimientos? ¡Ahí tenés! LCDLL!!!!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario