viernes, 18 de diciembre de 2015

Una historia trillada



La historia es una muy trillada, vista por miles en diferentes puntos del globo: chica conoce a chico. Se gustan, empiezan a salir. Repentinamente, hay un cambio en el script y se anuncia la pronta llegada de un nuevo personaje. Chico y chica se van a vivir juntos y esperan el arribo. Hace acto de presencia y se transforma el conflicto original. Ahora es un trío no una pareja y los protagonistas lidian con los desafíos de la paternidad joven. La vida prosigue, y estos personajes van consiguiendo algunos de sus objetivos. Hay encontronazos, reconciliaciones, confusiones, que mantienen la trama activa y entretenida, al público enganchado.
Cambio de locación. Maduración de los personajes. Pasaron de estudiantes a profesionales o casi. Se viene el capítulo del casamiento. Después de unos cuantos años, los protagonistas formalizan. Fiesta austera, familiares, fotos, lágrimas y felicidad. Surge la adición de otro personaje infantil. Vuelta a los episodios de pañales, mamaderas, noches sin pegar un ojo.
La serie continúa, aunque poco a poco mengua el rating. Se ve que la rutina carcome a los protagonistas. Hasta los auspiciantes se empiezan a mirar y evalúan transformar el programa o bajarle el pulgar. Los capítulos pierden el ritmo, los protagonistas no están conectados como antes. Incluso la estética ha mutado de colores brillantes a un azul gris medio mustio.
Finalmente, los productores se reúnen con los protagonistas y se decide terminar el show. Y entonces, el chico y la chica, ya bastante más grandes, tienen que salir otra vez al mundo. Reordenar el currículum, actualizar sus aptitudes, agregar algún que otro curso y enfrentarse nuevamente a los castings. El tema es que el proceso de selección no es el mismo hoy que hace 13 años. Y la chica está un tanto oxidada. Es difícil encontrar un co-protagonista con intereses similares. O que simplemente sepa qué quiere. Las nuevas estrellas tienen el ego muy elevado y la histeria a flor de piel.
Y así, se ven hordas de actrices en la búsqueda de alguien con quien empezar otro show. No necesariamente debe ser una telenovela de infinitos capítulos. Una sitcom que provoque algunas risas, que tenga buenos momentos, líneas para recordar, aunque no se eternice también vale. 

1 comentario:

  1. Toda obra si aspira a tener su propia identidad, tiene uno o varios capítulos, unipersonales.

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